Una nueva identidad para una institución con casi dos siglos de historia.
El reto era tan profundo como simbólico: evolucionar una marca de casi 200 años en un momento de transformación institucional —pasar de ser una entidad pública a una gestión privada más eficiente, sin dejar atrás su legado. El desafío fue construir una identidad que proyecte modernidad, transparencia y buena gestión, sin perder la calidez, el respeto y la memoria de su historia. Desde esa premisa, rediseñamos su logotipo tomando como punto de partida la “B” del nombre: una letra contenedora que se convierte en señal visual en las fachadas de los espacios patrimoniales que administra, y que al mismo tiempo actúa como sello institucional.
El color morado, adoptado como protagonista de esta nueva etapa, evoca respeto, dignidad, memoria y contención —valores profundamente ligados al rol de la Beneficencia. La identidad se apoya en una arquitectura monolítica, acompañada por una paleta cromática secundaria que organiza y distingue los distintos espacios: asistenciales, culturales y patrimoniales
El sistema tipográfico combina una sans sobria con una serif elegante y contemporánea, reflejando el equilibrio entre eficiencia moderna y un legado que merece ser honrado.
Una identidad visual que no solo marca el cambio, sino que lo representa con claridad, respeto y visión de futuro.
JuanCarlos Yto,
Andrea Wilson